sábado, 27 de noviembre de 2021

Un día en mi cuarentena


No se pueden hacer una idea de lo que echo de menos estar a la bartola, con la vida que sedentaria de hace poco más de un año. La cuarentena llegó muy de imprevisto y sin creerlo todo se paró y ¡madre mía que gozada!

Las doce del medio día! Hoy tocaba madrugar! Un nuevo día amanecía (para mí, porque amanecer ya

había amanecido hace horas) después de una noche sin ruidos (es lo que tiene vivir en una zona bastante concurrida por el turismo) empezaba mi día cargado de 0 planes y empatando el almuerzo con el desayuno en plan las amebicidas de mis tiempos mozos por fiesta.
El pijama era mi outfit preferido para afrontar la jornada de tocamiento de pelotas, después de almorzar mi intención era ponerme a intentar averiguar cuando se recuperaría la cosa para llenar el negocio con reservas pero era imposible, así que tiraba por escuchar música e intentar crear sesiones y adentrarme con algún nuevo genero musical teniendo la oportunidad de salir emitido en una radio local. Otras tardes decidía tumbarme en una hamaca para seguir descubriendo música tomando un poco el sol o echándome un chapuzón en la piscina (jeje es lo que tiene vivir en el trabajo).

Si algo me había tocado la fibra era el apenas socializar (personalmente) y hacer algo de ejercicio. Intentaba dar paseos por la urbanización hasta que a las 19:00 era obligatorio conectar con un par de amigos vía Skype para hacernos al demonio de la Patry Jordan y sus calendarios mensuales con mil sentadillas del diablo o esos HIT que perdías órganos. Lo cumplimos a raja tabla en donde realizábamos una hora de ejercicio seis días a la semana.


Acabada la jornada de deporte tocaba descansar echándonos un parchisito con los amigos mientras comentábamos la jugada también por Skype. Duchita, intentar ir al super para coger algo de aire y tirar para cenar algo porque ahora es cuando empezaba mi jornada laboral.

Sobre las 22:00 empezaba la jornada de noche. ¡Mi parte favorita del día! Nos conectábamos otra vez al Skype unos cuantos (llegando noches a ser 14 personas) y empezamos a jugar a Scape Rooms, parchís, el uno, pinturillo, el stop, juegos musicales, pasapalabra y lo mejor, extensas horas de charlas con los amigos llegando hasta ver el amanecer a las 06:00 de la mañana sujetando velas algunas veces. Creo que haré otro post sobre las noches de fantasía (así las llamábamos) que tanto me molaron.

Lo recuerdo todo y que ganas de volver a no tener la obligación de ir a trabajar y que todos tus amigos tampoco tuvieran nada que hacer para así disfrutar sin preocupaciones. Otra cuarentana dentro de poco no estaría mal (pero que la recuperación sea más corta, porque sin el dinero no somos nada).

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